Los objetos romanos que se han conservado demuestran la gran maestría de los artesanos en la elaboración de toda clase de utensilios, tanto de cuero, tejido y madera como de metal y vidrio. En algunas regiones, la cerámica era una industria a gran escala: por ejemplo, las ánforas para vino y la cerámica roja de Samos se hicieron por millones en grandes talleres. Muchos de los alfareros eran esclavos o libertos, y los nombres que nos han llevado demuestran que, al igual que los otros artesanos, eran casi todos hombres.
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